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por
Miguel Ángel Molinero Polo
Durante
estos días pasados, es posible que los lectores del diario se hayan
planteado qué hacemos con los fragmentos de pared cuya ubicación en las
puertas podemos identificar. Escribirla en una ficha es importante,
señalar qué otros bloques se unen al que estamos registrando, aún más.
Pero eso no es suficiente. Las piezas han de juntarse para tener la
seguridad de que encajan y han de estar disponibles para que la
siguiente unión que creamos haber identificado pueda confirmarse. ¿Cuál
es la solución? Hemos creado unos grandes cajones, que se han llenado de
arena, donde vamos hundiendo los bloques hasta una cierta altura para
que queden en su sitio, unidos a sus vecinos, y reduciendo la
desigualdad producida por las dimensiones dispares de cada fragmento de
decoración. La idea no es nuestra, tiene una larga tradición, y es usada
con frecuencia por los restauradores de esculturas o de relieves.
En
la anterior campaña en que trabajamos con las puertas, la de 2004,
construimos cuatro cajas de arena y desde entonces se han convertido en
uno de los elementos más admirados por los visitantes a la tumba. A
través de ellas se puede reconocer una de las facetas de nuestro
trabajo, tal vez la más vistosa. Y seguramente, la que tendrá un mayor
impacto, cuando estos bloques, que ahora están sólo en arena, recuperen
su lugar en las paredes de la tumba de Harwa. Pero eso será
cuando se inicie el proceso de reconstrucción, y para eso queda aún
mucho tiempo.
Gracias
a este sistema estamos identificando en qué consistía la decoración de
cada puerta. La que se ve en la foto del día es la que daba acceso a la
cámara S4. El dintel estaba decorado con una escena en la que cuatro
personajes se dirigen hacia el propietario de la tumba, sentado en una
silla ante una mesa de ofrendas. Las jambas tienen tres columnas de
texto y de nuevo a Harwa, esta vez caminando, apoyado en un bastón. Como
todas las puertas pares de la Primera Sala Hipóstila, el color de fondo
es el azul, una circunstancia que, una vez descubierta, nos ha ayudado a
discriminar fragmentos y a asignarles un lugar preciso.
Quedan
aún muchos huecos en la puerta –y en las otras–, es cierto, pero hay que
tener en cuenta que aún faltan por excavar varios pozos en las cámaras
laterales, cuyo relleno está compuesto, en buena medida, de bloques
decorados, y falta por excavar el enorme patio. Con seguridad cada
campaña futura irá proporcionando nuevos bloques y continuaremos
completando el puzzle.
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LA FOTO
DEL DÍA |
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