La Universidad de La Laguna  y
l'Associazione Culturale
"Harwa 2001" ONLUS
presentan


Tumba de Harwa 2006

 

Localización de los trabajos
a
Febrero
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Abril
 
Quién era Harwa
 

23 de marzo

por Miguel Ángel Molinero Polo

A las 13.00 termina la primera parte de nuestra jornada de trabajo, la que se realiza en la tumba. El  horario no es arbitrario, está sujeto al convenio laboral de los trabajadores egipcios. A partir de esa hora, algunas misiones extranjeras continúan un tiempo más, contratando algunos hombres en horas extras. En nuestro caso, la labor de la mañana nos produce una información que requiere un largo proceso de organización y almacenamiento y preferimos cortar en ese momento, pues la tarea vespertina se prolonga con frecuencia más de cuatro horas.
Algunos miembros del equipo, según el cansancio y el calor que haya hecho en la mañana, prefieren regresar al hotel andando y no en el taxi baladi (colectivo) contratado para que a esa hora venga a por nosotros. No son siempre los mismos, lo que da una cierta variedad al regreso, pues cada grupo formado en ese momento tiene diferentes elecciones de ruta, de posibles paradas.
La caminata suele hacerse por en medio del poblado de Sheikh Abd-el Gurna. Es decir, que atravesamos una de las localidades más pintorescas de Egipto. Las casas están construidas por encima y al lado de las tumbas de los altos funcionarios faraónicos. Son numerosas las que utilizan esas cámaras funerarias como lugar de almacenamiento, ya sea de alimentos, enseres domésticos o animales. Esa situación, vivida desde la infancia y durante generaciones, ha dado a los gurnauis una personalidad muy particular. De este poblado son los famosos Abd er-Rasul que localizaron la cachette (el escondrijo) de las momias reales, en un valle que nace a espaldas del grupo de viviendas que esta familia sigue ocupando en la actualidad.
Iniciar el camino es abrir una caja de sorpresas. Un día nos detiene uno de los señores que trabaja con nosotros y nos ofrece entrar a tomar un té a su casa; la conversación se hace entonces distinta a la que mantenemos en la tumba: aquí son ellos los que están en su elemento y nosotros los que disfrutamos con esa transmisión de su experiencia. Otro día salen niños a vendernos algunas baratijas de las que ofrecen a los turistas, o muñecas de tela, que a estas alturas se han convertido en una artesanía local; naturalmente, ya no nos abandonan hasta que hemos recorrido medio trayecto, olvidados por completo de su pequeño “negocio”. Podemos decidir tomar un descanso visitando alguna de las tumbas, no porque proporcionen un respiro a las temperaturas, pues las de Gurna son pequeñas y no tienen volumen para que el aire dentro sea más fresco, pero resulta una manera fácil de profundizar poco a poco en nuestro conocimiento de la arquitectura antigua y, sobre todo, un deleite visual. En otros momentos, un señor, nunca una mujer, trabaja junto a la puerta de su casa y podemos contemplar el desarrollo de unas actividades artesanales hace tiempo olvidadas por nuestra sociedad.
Si no fuera por el cansancio, creo que todos preferiríamos regresar siempre andando. Pero con frecuencia se hace difícil esa opción.
 

 

LA MISIÓN


Los miembros
El inspector
Los trabajadores egipcios

 

 

LA FOTO DEL DÍA

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