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por
Miguel Ángel Molinero Polo
Tras
un mes de calor sofocante, con sólo algunos periodos cortos de reposo,
hoy ha amanecido completamente nublado. A estas alturas de la campaña ya
nos hemos acostumbrado a las temperaturas altas y ni siquiera hablamos
entre nosotros del tema. Tampoco lo he mencionado en el diario, y eso es
tal vez el mejor testimonio de nuestra adaptación.
Más
sorprendente es que a la hora del desayuno ha llovido. No sé si la
palabra es justa. Mejor sería decir que mientras desayunábamos han caído
algunas gotas durante unos segundos. Ni muy gruesas ni abundantes.
Algunas gotas sueltas. A esto se reduce la lluvia en el Alto Egipto.
Sucedió ya en otra ocasión antes de que empezáramos esta campaña y tal
vez vuelva a ocurrir en esta primavera recién iniciada. Eso es todo.
Sólo con una periodicidad de décadas llueve de forma verdadera. La
última vez, aquí, fue en el año 1994, cuando todos los uadis que llegan
a Luxor desde el desierto occidental se llenaron de agua corriente, que
arrastró barro y piedras hasta el Nilo, dañando seriamente algunas
tumbas del Valle de los Reyes y anegando el cementerio de El-Tarif, que
se halla en su desembocadura.
La
lluvia de hoy ha sido tan escasa que la copia que yo estaba revisando en
la tumba de Pabasa, y que había dejado en plano sobre la escalera, no ha
sido alcanzada por ninguna gota. El único inconveniente es que ha
supuesto interrumpir el desayuno y volver corriendo para protegerla, por
si las gotas se repetían.
La
noticia de las nubes no tendría demasiada importancia si no fuera porque
mañana es el eclipse de sol. Un amigo que ha llegado ayer del Delta nos
ha dicho que llueve –de verdad– en Alejandría y El Cairo, y eso nos
tiene preocupados. ¡Con la ilusión con que esperábamos ese día desde que
llegamos a Egipto! Noemí, especialmente, no ha dejado de prepararnos a
todos sobre el tema. A su capacidad previsora se debe que ya hayamos
hecho las compras necesarias y que hoy, en vez de siesta, nos hayamos
dedicado a ahumar cristales para poder contemplar el sol sin peligro.
La
imagen del día es uno de los alzados que ha realizado Silvia B. Con una
trama y líneas de colores, señala las estructuras reconstruidas, qué
partes de las paredes están perdidas, cuáles conservan la superficie y,
en consecuencia, los textos que componían su decoración. Como se trata
de la pared meridional, la más deteriorada, el resultado de su trabajo
resulta un dibujo muy estético, pero terrible para nosotros, porque
muestra de manera muy evidente todo el trabajo que queda por hacer. Por
fortuna en otros alzados hay menos líneas de pérdidas y más
inscripciones en su lugar original.
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LA FOTO
DEL DÍA |
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