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por
Miguel Ángel Molinero Polo
Hoy
hemos decidido romper ligeramente el ritmo de trabajo. Estamos ya en la
sexta semana de campaña y la energía empieza a fallarnos. ¡Y no sólo a
mí, aunque eso digan algunas lenguas “jóvenes”! De hecho, Silvia y yo,
junto a los dos restauradores franceses, hemos sido los únicos que hoy
hemos ido a trabajar a la tumba. Nosotros tenemos aún muchos textos por
colacionar en Pabasa y no podemos permitirnos un retraso si queremos
cumplir el programa previsto, por lo que hemos pasado allí la mañana.
El
resto de los miembros del equipo han desayunado en el hotel a las 8.30 y
han trabajado en la sala que con cierta ironía ya se conoce como la
“Harwa Suite”. En realidad, se trata de un ejemplo de arquitectura
tradicional egipcia, con cierta modernización. Una escalera a cielo
abierto conduce a un segundo piso que es donde reside la mayor parte de
los miembros de la Misión. La primera sala es un gran espacio
rectangular ocupado exclusivamente por una gran alargada que nos sirve
para trabajar por las tardes, cenar, como superficie de cocina cuando
preparamos alguna de nuestras especialidades... En torno a esta pieza se
distribuyen seis habitaciones cuyas puertas y algunas ventanas abren
hacia el interior. Aquí han trabajado ellas, terminando los primeros
dibujos digitales, que son la base para la futura publicación de los
textos de la tumba.
A
principios de esta campaña, Noemí había realizado el primer dibujo
digital de las inscripciones de la tumba: el dintel de la puerta que
conduce de la Primera Sala Hipóstila a la Segunda. El dibujo puede verse
en la versión italiana del diario. Pero no era definitivo porque la
fotografía sobre la que está hecho no responde a las condiciones
necesarias. Era una prueba sobre la que discutimos las ventajas y
desventajas del método que ya se conoce como Epigrafía Digital, y los
problemas y posibilidades de su aplicación a la tumba de Harwa. El grupo
lagunero teníamos ya experiencia por nuestro trabajo en el templo de
Debod, y nos encargaron a nosotros este ensayo, que fue aceptado.
El
primer paso consiste en obtener una fotografía digital de la superficie
que se quiere copiar. Tiene que tener una absoluta precisión y estar,
por tanto, libre de deformaciones. Cuando se trata de una estela pequeña
la cuestión es fácil; cuando es una pared de 15 m hay que producir un
mosaico de fotografías y unirlas por medios complejos. Una única de
altísima resolución sería posible, pero no en el caso de Harwa, donde
los pilares impiden que se pueda colocar la cámara a la distancia
necesaria para abarcar toda una pared.
Después
dibujamos con un programa informático que nos permite ver, en la
pantalla del ordenador, la fotografía en una “capa trasparente” mientras
realizamos el dibujo en otra que se le superpone. Así, éste reproduce
exactamente el original, sin tener que tocarlo –y correr el riesgo de
dañarlo– como se hacía antes con los calcos directos sobre la pared.
El
resultado puede verse en la fotografía del día. El primer dibujo, ya con
las medidas correctas, de las inscripciones de Harwa, terminado hoy por
Noemí.
Después,
hay que compararlo con el original –se hará en la última semana de
trabajo–, y proceder a hacerle correcciones, si fueran necesarias, y
pasarlas de nuevo al ordenador. Nuevos tiempos, nuevas técnicas.
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LA FOTO
DEL DÍA |
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